miércoles, 31 de octubre de 2007

El hombre que sudaba demasiado


Dentro de los personajes pintorescos que como cuarentón estoy conociendo en los locales, el otro día conoci a cierto sujeto bailongo que inmediatamente captó mi atención.
Hamargado y yo partimos a cierto local retro y decano en las noches de Madrid, cuya decoración asemeja a la de un museo (y no digo más). Conocemos a una de las camareras, gallega para más señas, que nos invitó al alpiste y fue motivo suficiente para conocer el garito. Mientras hablabamos con ella y con su compañera teníamos justo a unos tres metros, a un hombre de gran corpulencia y barriga desarrollada, que bailaba al compás de todas las canciones con ritmo aeróbico. Los medallones de merluza aparecian y se desarrollaban por las axilas, la mancha estomacal tenía el tamaño de una cara de Belmez... de repente y durante el tiempo que tarda uno en dar un lingotazo a la copa... la camiseta de nuestro sudoroso amigo cambió de color. Sorpresa y estupor... no habíamos tomado ningún tipo de ácido o antiácido para tener visiones, pero inmediatamente la camarera nos aclaró la cuestión. El hombre cuya camiseta cambia de color (como el chicle thunder de nuestra infancia) llevaba hasta tres cambios a la discoteca y a medida que iba empapando la ropa se cambiaba. Imagínense que previsión... llevar tres camisetas (supongo que también jabón y desodorante), dejarlas en el guardarropa y cambiarse en el servicio cuando la prenda ya chorrea... ¡increible!

No hay comentarios: